MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO JESÚS, TRANSMITIDO PARA LA 53.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Segundo Mensaje

¡Qué dulzura siente Mi Corazón cuando las Auxiliadoras preparan con tanto amor Mis Altares para que su Humilde Pastor pueda posar Sus Pies aquí y bendecirlos a todos!

La dulzura que siente Mi Corazón cuando todo es preparado con amor es muy grande, indescriptible.

Por eso hoy puedo decirles, apóstoles Míos, que he visto en muchos de ustedes, los pasos hacia la redención, sabiendo atravesar las pruebas, los desafíos y todas las dificultades tan solo por abrirse a la experiencia del amor, que es lo que hace vivas a las almas. Es lo que trae el espíritu de la Fuente hacia sus corazones.

Que el amor que hoy encuentro en este altar, preparado por las manos bondadosas de Mis Auxiliadoras, que ese amor se multiplique en el mundo.

Porque ustedes saben, compañeros, que hace falta ese amor para aprender a soportarlo todo.

El mundo carece de ese amor infinito y grande que proviene del Padre y que siempre debe descender a la Tierra, a través de sus corazones y experiencias de caridad y de bondad.

Ayer vine como el Señor de la Noche, hoy vengo como el Sol del Amor de Dios para que sepan que siempre estoy en todo, más aún en los pequeños detalles, cuando hacen todo en el nombre del Amor de Dios y por su Señor, el Redentor.

Hemos llegado a un momento especial en estos tiempos, en los que Me es imprescindible la ayuda de las almas que se entregan a vivir Mi Divina Misericordia.

Hoy no quiero que sientan tristeza ni sufrimiento, sino el gozo profundo que proviene de Mi Corazón al poder ver cumplirse, sobre este planeta, lo que una vez el Padre Me mostró en el Huerto Getsemaní durante la Agonía.

¿Por qué les hago mención a la experiencia del pasado que vivió su Maestro y Señor?

Porque ustedes necesitan, compañeros, día a día, recuperar los códigos de Luz que por el sufrimiento, la agonía, el dolor y la angustia se van perdiendo.

En la experiencia del pasado de su Señor está la Vida. Se encuentra el motivo para que ustedes puedan estar aquí, acompañándome en este ciclo como futuros Nuevos Cristos.

Respiren la energía espiritual de Mi Amor para que todo se pueda confortar y, en esta hora, todo se renueve.

Hoy emito silencio entre Mis Palabras para que puedan profundizar en Mi Mensaje y las vibraciones sutiles puedan hacer su trabajo en sus consciencias.

Hoy regreso aquí para entregarles Mi último legado a través de la Sagrada Medalla de Cristo, el Glorificado Corazón, símbolo que, si es vivido con fe, transformará las vidas y curará a los corazones heridos; símbolo que traerá sabiduría y caridad para las almas.

Por medio de esa Medalla Yo depositaré una experiencia vivida por Mí, y la dejaré impresa junto a todos los atributos que ese símbolo de redención representa para las almas.

Quiero que, en espíritu y en alma, ahora vayan Conmigo hacia el Mar de Galilea, al momento en que su Maestro y Señor llamó a los Doce por su nombre, así como Yo los he llamado a ustedes por sus almas.

Caminen junto Conmigo hacia el margen de ese mar y vean sobre las barcas a los pescadores, trabajando para sobrevivir. Yo he llegado allí para lanzar redes espirituales y atraer a las almas hacia Mi Corazón.

Vean las multitudes trabajando en la pesca, haciendo sus labores con el fin de agradar a Dios en cada tarea diaria.

Intenten llegar junto Conmigo hacia ese momento y recuerden cuando a algunos de ustedes los llamé por su nombre, así como llamé a Pedro para que Me acompañara en esa gran misión que Dios Me colocó en aquellos tiempos.

Vean cómo el Pastor estaba en búsqueda de Sus nueva ovejas, llamándolas, agrupándolas, congregándolas bajo el Espíritu de Dios para esa gran misión de la redención del planeta.

Recuerden ese llamado interior y revívanlo como si fuera hoy.

Recuerden a su Maestro acercándose a los pescadores, subiendo con ellos en una barca para navegar mar adentro y multiplicar las Gracias.

Cuando lancen las redes al mar para pescar, confíen y tengan fe, porque las almas que Yo necesito rescatar de este mundo son muchas y ustedes son Mis pescadores de almas, son los corazones de los que Yo Me puedo servir para aproximar hacia sus semejantes la Misericordia de Dios.

Sientan ese llamado que una vez Yo les hice y renueven hoy sus votos con su Maestro y Señor, porque aún precisaré que sus vidas se confirmen para que Yo pueda llevar adelante el Plan de la Redención de este mundo en este tiempo final.

Así como Me ofrecen preciosos altares, necesito que Me ofrezcan preciosas vidas, adheridas a Mi convocatoria y a Mi llamado, eso Me permitirá obrar y llevar adelante los Designios que Mi Padre le ha dictado a Mi Corazón.

En el Mar de Galilea comenzó la redención del planeta, allí se abrió el portal de la salvación para todas las almas, especialmente para aquellas que estaban en la perdición.

Allí comenzó la derrota de Mi enemigo y el triunfo del Amor de Dios por medio de los corazones que se abrieron a Mi llamado.

Compañeros, renueven el voto de la fidelidad Conmigo para que Yo pueda contar, aún más, con ustedes en estos tiempos críticos, en los que solo el amor es lo que los tornará libres de las amarras, de las prisiones, de las cadenas, del sufrimiento.

Quisiera que dediquen esta Maratón por los que no viven el compromiso Conmigo, o por los que lo abandonaron por diferentes causas. Por ellos aún tengo Misericordia y piedad, así como la tengo por ustedes todos los días.

Que esta Maratón sea un momento de renovar el compromiso para que su Maestro y Señor pueda seguir abriendo las puertas en la expansión de Su Obra por el planeta, porque aún hay almas que Me esperan, como las de ustedes, para recibir Mi Perdón y Mi Gracia.

Todo dependerá de que ese voto y ese compromiso sean renovados.

No les pido hacer más de lo que pueden, sino que lo hagan de verdad para que Yo encuentre reposo en sus corazones.

Quiero que se alegren porque el día de su renovación ha llegado y el fin del cautiverio está próximo.

Pero hay una parte que les corresponde a ustedes, dentro de este tiempo y dentro de esta transición del planeta.

Vengo como ese Sol del Amor de Dios para que recuerden que Mi Gracia siempre está allí.

Por eso, durante esta Maratón bendeciré todas esas Medallas que han colocado a los pies de Mi Altar, porque estas primeras Medallas llegarán a África, antes que a sus manos.

Las próximas Medallas llegarán a Asia y a Medio Oriente.

Aún hay almas que necesitan encontrar consuelo, y renovando en esta Maratón ese compromiso Conmigo, permitirán que sus corazones se puedan donar, más que recibir.

¿Aceptan dar lo mejor que tienen a sus hermanos?

¿Aceptan que la Sagrada Medalla llegue a los que más necesitan en el mundo?

Entonces puedo considerarlos difusores de Mi Gloria y de Mi Misericordia.

Ustedes, en verdad, lo tienen todo porque necesitan darlo todo.

Este ha sido Mi trabajo durante estas últimas 50 Maratones, darles todo para que lo den todo, a los que no conocen, a los que no ven, a los que padecen el sufrimiento en este mundo y en esta humanidad.

Pero podrán tener Sagradas Medallas para ustedes, Yo las bendeciré a su tiempo.

Necesito que Me acompañen como hasta ahora, con madurez, ante esta crisis del planeta y de su humanidad.

Hay lugares en el mundo en donde las situaciones se precipitan, por eso la importancia de que Nuestros Sagrados Corazones ayuden a las naciones por medio de la Peregrinación, para evitar grandes conflictos, para socorrer a las almas, para llevar el mismo alivio que han recibido sus corazones en otros encuentros Conmigo durante este tiempo.

Deseo que sean tan semejantes como Yo lo Soy, en donación, en misericordia y en bondad.

Reguemos entonces con las Virtudes de Dios esta Sagrada Figueira porque aún el mundo está esperando llegar aquí, cuando las puertas de sus corazones estén bien abiertas. Y en ese momento no habrá que temer porque mientras Yo esté aquí, y especialmente en ustedes, se cumplirá Mi Voluntad.

Agradezco a las Auxiliadoras de Mi Misericordia por haber colocado a Mis Pies estas Medallas que irán para África, y sé que no serán suficientes, pero multiplicaré, a través de ellas, todas las Gracias para que Mis hijos de África reciban el mismo consuelo que hoy ustedes reciben, y sean aliviados de las guerras, de la enfermedad, del hambre y de la persecución.

Que estas Medallas lleguen a los niños que necesitan de un Padre como el que está en los Cielos; que necesitan de una Madre como la que está en los Cielos; que necesitan de apóstoles como los que están aquí.

El cuarto grupo de Medallas, después de Asia y de Medio Oriente, serán enviadas a Venezuela, para que los venezolanos no crean que Me he olvidado de ellos.

Recuerden que el mal, que no tiene amor, en algún momento se derrota a sí mismo y se tira al abismo de su propia perdición e ilusión y, en ese momento, es cuando Dios envía a Sus grandes Arcángeles para reconstruir a las almas que están heridas y perdidas como en Venezuela.

Donde esa Medalla esté, estará la Justicia.

Bienaventurado será quien crea en su poder inmaterial y no físico, porque estará en Dios.

Bienaventurado será quien la entregue con amor porque estará donando, en las manos de sus hermanos, Mi Corazón Misericordioso.

Que se alegren sus corazones y que sonrían sus almas porque el Señor, Jesucristo, enviará de dos en dos a los apóstoles para que lleven estas Medallas Sagradas hacia donde he dicho.

¿Lo aceptan?

Es hora de compartir el amor, para que el Amor de Dios abunde sobre la Tierra.

Bendeciré ahora este altar y estas Medallas bajo la efusión del Espíritu Santo para que los que la reciban sean bendecidos por la Divina Gracia.

Señor, santifica los elementos que Tú mismo creaste para la elevación de las consciencias y de todos los mundos.

Santifica, Señor, cada elemento creado, a fin de que las almas y todos los espacios de este planeta reciban la Fuente poderosa de Tu Luz. Amén.

Santifica, Señor, el agua que Tú mismo creaste, nacida de Tu Fuente inmaterial de Luz, a fin de que los espacios y todas las almas reciban Tu Gracia. Amén.

Santifica Señor, este aceite, nacido de la creación de los árboles para que restaure a las almas y alivie a los corazones que necesitan de Ti. Amén.

Padre amado, santifica la Sangre de Tu Hijo para que Sus códigos de Luz se viertan en las almas y ellas participen de la redención. Amén.

Santifica, Señor, el Cuerpo de Tu Hijo para que los corazones reciban Mi Esencia Divina y en ellos se construya la nueva humanidad. Amén.

Y hoy el Sagrado y Glorificado Corazón de Jesús santifica y bendice estos tres pequeños corazones que serán depositados como luz y como vida en las almas que los recibirán, a fin de que auxilien, por medio de Mi Sagrado Corazón, a las almas que necesitarán de cura y de consuelo. Amén.

Padre, con esta agua que Tú has creado, bendice a las almas que Me servirán en otros tiempos.

Vamos a pedirle al Padre ahora, que bendiga este momento para que más corazones en el mundo reciban la Gracia de Mi Glorificado Corazón.

Padre, concede, a todos los que necesitan, la poderosa Misericordia de Tu Corazón y recibe de Tus criaturas este sagrado ofertorio de oración durante los próximos dos días para que el planeta como consciencia sea ayudado y la humanidad despierte a la redención.

Que así sea.

Los bendigo, en el nombre del Todopoderoso y Señor de las Alturas.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Les agradezco por estar en la Misericordia de Mi Corazón.