Eleva, hijo, tu corazón a Dios y, todos los días, bajo cualquier condición interior o exterior, sé parte de Su Reino de Misericordia.
Eleva, hijo, tu corazón para que el Don de la Gracia haga de ti, en este tiempo, un nuevo ser.
Eleva, hijo, tu corazón a Dios, para que el mundo reciba mucha más Misericordia.
Eleva, hijo, tu corazón a Dios, para que el mal sea disipado y las almas alcancen la redención.
Eleva, hijo, tu pequeño corazón a Dios, porque el mundo necesita de almas buenas que puedan, en este tiempo, ayudar a curar el planeta con la gran vertiente de la oración.
Eleva, hijo, tu corazón a Dios, porque en esta hora definitiva en que todo está en juego, Mi Hijo debe estar entre ustedes para poder convertir esta raza en lo que verdaderamente debe ser.
Eleva, hijo, tu corazón a Dios, y el universo estará atento a cada súplica.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz