Sábado, 10 de febrero de 2024

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE LA VIRGEN MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN LA SEDE DE LA ORDEN GRACIA MISERICORDIA, EN LA COMUNIDAD-LUZ FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Queridos hijos:

Con alegría y júbilo en Mi Corazón, hoy Me encuentro con toda la vida consagrada, que representa para Dios Su principal espejo, que puede reflejar en la Tierra la concreción espiritual del Plan de Dios.

Por eso, queridos hijos, la vida consagrada es el más precioso tabernáculo, en el que Mi Hijo Amado puede estar presente entre Sus compañeros y pacificadores.

Una de las causas de las interferencias del mal, en la vida consagrada, es que los consagrados pueden alcanzar la santidad en vida.

Ser santos significa vivir en y por Cristo, es caminar confiantes, siguiendo los pasos del Redentor.

En este tiempo, la vida consagrada vive sus tempestades y también sus tribulaciones. Esto no impide que la Gracia de Dios actúe y trabaje en los corazones.

Como Madre de todos los consagrados, vengo a decirle a cada hijo Mío que no se sienta solo o abandonado; que cada hijo consagrado sepa que lo más importante para Cristo son Sus compañeros de camino, los que todos los días comienzan de cero para poder cumplir la Santa Voluntad.

A todos los que viven la consagración y renuevan sus votos internos todos los días, Yo los llamo hijos valientes y esforzados, porque sé que tienen que vencerse a sí mismos, superando en cada paso la condición humana.

La vida consagrada es el gran lucero en la oscuridad de estos tiempos. Cada paso y entrega que vive el consagrado, en su día a día, representa una victoria que Mi Hijo alcanza en este planeta.

Que la vida consagrada se fortalezca y a aquellos hijos Míos, que están a las puertas de vivir algún día su consagración, Yo les digo que son bienvenidos al camino del apostolado y del servicio por los que sufren.

Les agradezco por este momento especial y por haber respondido a Mi llamado.

Los bendice,

Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Madre de la vida consagrada